Hace varios años decidí que no necesitaba a nadie para viajar, finalmente ya era independiente, tenía mis ahorros y como yo me “mantenía” por así decirlo (porque siempre recibí techo y comida), un día quise viajar sola, me armé de valor y lo hice. Todo empezó porque a los 17 yo ya iba 3 años trabajando y tenía lo suficiente ahorrado como para viajar fuera del país. Como era mi plata, no necesitaba el permiso de mis papás, pero ellos siempre me apoyaron e incentivaron a que tome esas aventuras. Así emprendí mi primer viaje sola a visitar a una amiga que conocí por 2 días en mi viaje de 15 a Chile. Claramente mi mamá se estaba volviendo loca, pero llamó a la mamá de Josefa, se conocieron en persona porque venía a Lima por trabajo y finalmente me firmó el permiso notarial.

 

No puedo decir que fue un viaje sola al 100% porque Jose me recogió del aeropuerto, me quedé en su casa y demás, pero era la cuarta vez que salía del país y lo hice sola, me sentí realizada. Llegando a Chile tuve un problema con el permiso notarial que me pidieron en migraciones de Perú, resulta que necesitaba una copia y yo ni enterada, pero luego de 40 minutos llorando sin tener IDEA de qué hacer, sin internet y con como 5 personas diciéndome que iba a tener que pagar mi vuelo de regreso esa misma tarde sin salir de migraciones, no sé qué hice pero salí. Luego de eso, nada en el viaje estuvo mal, tuve varios días para pasear sola porque Jose tenía clases y me las tuve que arreglar para sobrevivir lowcost en un país desconocido con limitado acceso a internet. Fue bastante divertido.

 

Desde entonces, fue imposible que dejara de viajar. Me encantó que nadie me dijera qué hacer ni cuándo hacerlo, planearlo todo yo y simplemente irme. Así empecé una serie de viajes, tanto sola como acompañada, a varios destinos: Máncora, Cusco, Iquitos, Madrid, Punta del Este, DC, Tampa, Miami, Cartagena, Rio de Janeiro, Buenos Aires y demás. De verdad que hasta este momento no me había dado cuenta de lo mucho que dependía mi vida de los viajes.

 

En fin, luego de varios destinos con distintos climas, culturas, compañía e incluso idiomas, me he llevado muchos aprendizajes que he convertido en las 10 ventajas de viajar sola.

 

1. Nadie te pide ir a algún lugar que no quieras: tú misma armas tu viaje con los lugares a los que quieres ir y no pierdes tiempo yendo a otros que capaz no te llaman tanto la atención.

 

2. No hay ninguna responsabilidad con los tiempos: de la mano con lo anterior, si te gusta mucho un lugar puedes modificar tu itinerario para regresar o simplemente quedarte ahí todo el día y ajustar las demás actividades. Puedes pasar tiempo ilimitado en donde quieras porque nadie te va a exigir el siguiente punto, eres tú contra el mundo. La improvisación será tu mejor amiga.

 

3. Tú tienes el control de la llave: ¿salir y llegar a la hora que quieras sin tener que abrirle a nadie o esperar a que te abran? Excelente.

 

4. Puedes usar tu presupuesto en lo que te de la gana: personalmente, este es el mejor beneficio para mí. Me paso todo el viaje comiendo lo más barato que encuentro para usar mi presupuesto en cosas más grandes. En Brasil comí solo pan de queso pero fui a ver la F1 en vivo, en Argentina comí empanadas y viajé a Mar de Plata, en Máncora suelo comer menús en el pueblo para poder quedarme en hoteles frente al mar y puedo dar mil ejemplos más de cómo ajusto mi presupuesto a mis necesidades. En el caso de otra persona tal vez el alojamiento es lo más importante o capaz la comida, puede ser tambien el transporte u otras comodidades, pero en mi caso siempre van a ser las experiencias.

 

5. Nadie te juzga por tus decisiones: así viajes con tu familia, tu mejor amiga, tu enamorado o tu gemela, siempre hay decisiones que tomar en los viajes en las que es imposible estar todos de acuerdo, como a dónde vamos, qué ropa usamos, a qué hora salimos, cómo vamos… Si quieres ir en transporte público te pueden juzgar por moverte así, que flojera caminar, pero usar taxi es gastar mucho. Nadie te va a juzgar por lo que hagas, puedes ir por tramos caminando, otros en bus y otros en taxi y qué importa, si no te incomoda a ti no le incomoda a nadie.

 

6. Literalmente nada da vergüenza: estás sola, en otro país, rodeada de gente que no te conoce, ¿qué es lo peor que puede pasar? Caminar bailando, cantar en la calle, estar con audífonos en un restaurante, lo que te imagines lo puedes hacer porque nunca vas a volver a ver a nadie.

 

7. Explotas tu creatividad: no solo al crear tus rumbos, horarios y tomar tus decisiones, sino en la resolución de problemas. De verdad tienes que ser más creativa de lo que crees.

 

8. Es la mejor forma de conocerte a ti misma: estando sola por unos días, desconectada de todo y enfocándote en lo que te hace feliz trabajas tu confianza, amor propio, autoestima y autoconocimiento. Es lindo descubrir todo lo que eres capaz de hacer sin necesitar a nadie más.

 

9. Conoces personas increíbles

 

10. Al terminar el viaje, vas a haber recargado todas tus energías: al haber hecho lo que quisiste, con quien quisiste y como quisiste, recargas las energías que necesitas para seguir adelante.

 

Claramente hay desventajas también, siendo la peor ser mujer sola en la calle. Los robos, miradas, silbidos y demás PASAN, hay que estar siempre alerta, pero no con miedo, es distinto. Los accidentes, incidentes y problemas son mucho más estresantes, no hay nadie con quién compartirlos y dividir las penas. Tú eres la única que se puede tomar fotos a menos que encuentres una persona lo suficientemente confiable para darle tu celular y la administración tu batería se vuelve CLAVE, porque sin el maldito aparato no sabes nada de otros países, tal vez dentro de tu país puede ser un poco más cómodo pero nunca sugeriría quedarse sin batería en el transporte público extranjero, puedes terminar al otro lado de tu destino (me pasa más seguido de lo que debería).

 

De igual manera, de lo malo también he aprendido y crecido personalmente, son situaciones a las que no estoy expuesta normalmente y aunque no recomendaría perderse en el extranjero, sí les sugiero vivir la experiencia de planear un viaje, irse y experimentar todo lo que puede o no pasar estando por allá. Si no lo has hecho por miedo, trágatelo y lánzate, te prometo que es lo mejor que puedes hacer.